La toma de decisiones en montañaEn el protocolo Planifica (la actividad), equipa (tu mochila), actúa (con prudencia) que los y las practicantes de actividades en el medio natural debemos llevar a cabo para mejorar la seguridad de nuestras actividades, el hacer correctamente, de manera previa -en casa- y a conciencia los dos primeros pasos es imprescindible.

Sin embargo, a menudo se relaja la atención en el tercer paso: la toma de decisiones durante la actividad.

Actuar con prudencia supone mantener la atención sobre todo aquello que puede provocar o ser indicador de que algo no va como estaba previsto, y tomar -en caso necesario- la decisión más prudente y segura.

La toma de decisiones

Una correcta toma de decisiones puede marcar el éxito o fracaso de una actividad. Por muy bien que la hayamos planificado, y por muy correctamente que nos hayamos equipado, si sobre la marcha nos somos capaces de ver las señales que indican que algo no va bien; o si, aún viendo esas señales, no actuamos en consecuencia, estaremos asumiendo riesgos excesivos.

Los siguientes puntos de atención deben ser valorados por las personas con responsabilidad en el grupo.

La toma de decisiones en los grupos grandesLa atención sobre el grupo

  • Valora de forma constante que todo el grupo va bien, que ningún/a participante tiene problemas para mantener la exigencia física de la actividad o su nivel técnico.
  • No te separes ni dejes solo/a a nadie. En caso de que sea imprescindible dividir el grupo, asegúrate de que cada subgrupo es perfectamente autónomo. Si se sale juntas/os al monte, se debe volver juntas/os también. Es habitual que la persona que se queda rezagada no sea las que ha preparado el recorrido o no tenga suficiente autonomía. Si se queda sola atrás es como si practicara la actividad en solitaria/o, sin motivación ni preparación.
  • Hidrátate y aliméntate correctamente: bebe antes de tener sed y come cuando sientas hambre. De esta manera evitarás lesiones y fatiga.
  • Asume que el grupo se moverá como lo haga el miembro más lento del mismo: los y las peques, o las personas con menos experiencia, serán las que marcarán el ritmo del resto del grupo y condicionarán el desarrollo de la actividad. Asegúrate, antes de empezar, que no están afrontando una actividad muy por encima de su capacidad física y/o técnica.

La atención sobre los horarios

  • Comprueba que estás cumpliendo el horario previsto: chequea periódicamente la buena marcha de la actividad con los horarios parciales que has calculado previamente.
  • Escoge tu «Plan B» cuando sea necesario: si algo no va como estaba previsto, valora las alternativas más cortas que has preparado antes de salir.
  • En los casos más desfavorables: considera darte la vuelta y volver otro día: ¡la montaña no se va a mover! Retrasos, agotamientos y deshidrataciones se dan por no haber sabido renunciar a tiempo a la actividad.
  • Utiliza los mapas de manera constante para asegurarte de que estás sobre el recorrido previsto. Recuerda que si tienes un teléfono móvil, tienes un GPS.

La atención sobre la meteo

  • Mantente alerta a la evolución meteorológica: comprueba que la meteorología no supone un riesgo, el tiempo en montaña es muy cambiante y, además, puede variar de un valle a otro, por lo que las previsiones pueden fallar. A pesar de haber consultado la meteorología antes de salir, es necesario comprobar que la realidad confirma lo esperado y que esta no supone un problema para completar la actividad.

Una reflexión a tiempo

Tres son los errores más habituales que nos pueden llevar a sufrir un accidente:

  • Sobre estimación de la capacidad técnica y física de las personas que conforman el grupo.
  • Falta de un equipo adecuado, o bien falta de formación suficiente en su manejo (valoración para cada componente del grupo). A veces se olvida un material necesario, pero aún así se continúa, pensando que «ya apañaremos» y acabamos en una situación delicada.
  • Toma de decisiones inadecuada, no saber renunciar a tiempo, no darse la vuelta para evitar problemas mayores.

Agotamientos, deshidrataciones y extravíos suelen producirse por no haber estado atento o no haber hecho caso a las señales detectadas. Demasiado a menudo estas situaciones requieren de un rescate que se podría haber evitado.

Prudencia, atención, unos minutos de reflexión y saber desistir antes de que sea demasiado tarde: elementos clave en la toma de decisiones. Porqué #TuSeguridadEsTuReponsabilidad, y la montaña no se va a mover de su lugar pero una mala experiencia o una mala lesión puede que nos impidan volver a ella.

La pregunta más importante al terminar la actividad: ¿lo hicimos bien o sólo tuvimos suerte?

Resulta muy recomendable leer el artículo de Ivan Moner sobre la toma de decisiones del practicante de montaña invernal: ¿lo hicimos bien o solo tuvimos suerte?en el que, en el entorno profesional de la montaña invernal, reflexiona sobre cómo huir del falso feedback para tomar decisiones con un mayor nivel de certidumbre. Si dispones de un poco de tiempo te recomendamos su lectura completa. El autor nos habla de:

  1. La importancia de realizar un diálogo posterior a la finalización de la actividad para discernir lo que fueron buenas prácticas de lo que fue pura suerte.
  2. Ser consciente de que como estadísticamente en la montaña, incluso tomando decisiones equivocadas, lo más probable es volver sano y salvo a casa, esta falsa retroalimentación aumenta nuestra confianza sin aumentar nuestra competencia. Buscar la manera de ajustar nuestra confianza a nuestra competencia real.
  3. Interiorizar la importancia de valorar la seguridad de la actividad en un momento determinado -y por lo tanto la toma de decisiones respecto a la misma en ese mismo instante- pensando en que el riesgo no lo asumimos nosotros sino un ser querido. En esa misma situación, ¿le recomendaríamos a esa persona querida seguir o darse la vuelta?

Sin duda, estas son prácticas que pueden modificar nuestra toma de decisiones y mejorar la seguridad de nuestras actividades.

Actúa con prudencia en montaña

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